El reto de las vías en un país megadiverso

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En Colombia, los enfrentamientos entre ambientalistas y encargados de proyectos de infraestructura se han convertido en un debate del día a día. La discusión sobre si se debe o no construir en la reserva Van der Hammen en Bogotá; la doble calzada entre el municipio de Ciénaga y Barranquilla, que pondría en jaque a la Ciénaga Grande de Santa Marta, y la desviación del arroyo Bruno para expandir la mina del Cerrejón, son solo algunos ejemplos que han tenido lugar este año.

Pero detrás de la situación, que no deja de mostrar tintes políticos, la discusión tiene una base de fondo y es cómo lograr que el país se desarrolle de manera sostenible. Es decir, que se reconozca que frente a los procesos de urbanización, el crecimiento acelerado de la población y la apuesta por un posconflicto que busca interconectar todas las regiones, es necesario apostar por los proyectos de infraestructura, pero sin olvidar que estos desafíos no pueden afectar de manera negativa los ecosistemas estratégicos que, a la vez, nos garantizan servicios tan básicos como la alimentación, el agua y el oxígeno. Como todo lo que tiene que ver con la sostenibilidad, la clave está en conciliar ambas partes.

Evitar el divorcio entre “el cemento” y “lo natural”, puede lograrse a través de la infraestructura sostenible, un concepto que busca que todos los sistemas de transporte, comunicación, alcantarillado y energía se planifiquen no sólo pensando en la prosperidad económica de un país, sino también considerando su riqueza ambiental y social.

Colombia, por ejemplo, tiene el reto de desarrollar su infraestructura en un país megadiverso. Si Colombia protege sus ecosistemas podrá adaptarse mejor a los fenómenos climáticos, que serán cada vez más intensos y frecuentes. Según el Departamento Nacional de Planeación, solo con el fenómeno de La Niña 2010-2011 se produjeron daños que alcanzaron los $11,2 billones, de los cuales el 38 % lo aportaron los daños en infraestructura.

Después de las fuertes lluvias de ese año, 92 puentes de la red nacional se impactaron, 53 tramos viales tuvieron que ser rehabilitados y 1.600 kilómetros de infraestructura vial, equivalentes al 9,7 % de la red primaria y al 0,9 % de la red concesionada, fueron afectados, según Cepal y el Ministerio de Transporte.

Por esto, hablar de infraestructura verde debe ir de la mano con la infraestructura resiliente. Es decir, debemos planificar vías, sistemas y construcciones que puedan soportar un aumento de la temperatura nacional entre 2° y 3° centígrados para el 2070, como lo ha pronosticado el Ideam, y que puedan adaptarse al cambio climático. De hecho, en Colombia ya se avanza en un Plan de Adaptación de la Red Vial Primaria para evitar que con el fenómeno de La Niña que se viene este año, la historia se repita.

 

Fuente: El Espectador.com
Imagen tomada como referencia
http://www.elespectador.com/noticias/medio-ambiente/el-reto-de-vias-un-pais-megadiverso-articulo-649580

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