"Ingerimos licor y vamos a conducir, nos convertimos en delincuentes y asesinos"

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Le escuchamos a un amigo intelectualmente superior esta frase cuando  el Congreso aprobó la Ley para los conductores borrachos: “Al fin se siente la autoridad ejemplarmente contra tanta arbitrariedad en el país”. Nos puso a reflexionar  esta frase, porque sí, porque se aprobó una Ley que ante todo impone y reafirma que aquí está la autoridad para los desobedientes, los soberbios, los indisciplinados, los tercos, los engreídos que creen que la ley no es para  ellos. Y es una ley que tuvo iniciativa parlamentaria muy apoyada por el Gobierno.

Teníamos que hacer algo. Un algo que fuese realmente ejemplar, como sucede en muchos países del mundo. Ya los muertos y los delitos por embriaguez, por descontrol de   tragos, inclusive por exceso de velocidad rebasaron todos los cálculos y estadísticas en el país.

Es cierto que a raíz de varios controles los accidentes, muertos y heridos por la movilidad han disminuido; pero después de esta Ley serán asombrosos los progresos.  Porque sí, ¡al fin! se siente la autoridad que  es lo que reclama, suplica, pide, implora la  sociedad colombiana, no solamente en este aspecto sino en muchos otros.

Ahora esperamos que la ley en vivencia se cumpla y las autoridades y la justicia operen  como debe ser. Todos tenemos un entorno social y una integración académica, profesional, estudiantil, en la logística de las actividades que impusieron como costumbre el trago, el licor como parte de la celebración.

Es una cultura equivocada pero enquistada. No en todas partes es así. En algunos países  orientales los festejos se hacen con té, o con  cenas sin licor. El latinoamericano impuso la costumbre del licor, la mayoría de veces con exceso. Pues bien, todos caemos en la calificación pero a sabiendas que después que ingerimos licor vamos a conducir motos  o taxis o carros particulares o buses, y aun así tomamos, nos estamos convirtiendo inmediatamente en potenciales delincuentes y asesinos.

Estamos enseguida entrando en  ese estrato que la eminencia penalista del doctor Ferri bautizó como la acción preterintencional o sea, la acción que no quiere  cometer adrede un delito pero permite que se fabrique la estructura previa para cometerlo eventualmente.

Fuente: El Heraldo 

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