Colombia acaba de ingresar, de manera efectiva, en la era de las concesiones de Cuarta Generación (4-G) en materia de infraestructura vial con una inversión sin antecedentes: 50 billones de pesos.
Esto significa muchas cosas nuevas y revolucionarias: los constructores, por ejemplo, solo recibirían el pago por sus obras cuando estas se hayan entregado, y como su amortización es gradual (a más de 20 años) se les premiará o castigará si las vías mantienen su calidad en el tiempo y se reducen las tasas de mortalidad.